miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cuatro Paredes



A mi derecha, esa de ladrillo,
la que fue acogedora,
que cada día tiene una hilera más
y cada vez que alcanza el techo aparece una nueva fila un poco más cerca
recortándome el espacio poco a poco
quitándome más aire, más tiempo, más vida.

Al frente ese enorme muro gris, impasible,
dudo de su composición,
no sé si es hormigón, metal o simplemente una espesa niebla.
Al tocarlo su tacto es templado, no es duro, no es aspero...
es plomo, pesado e inamovible.

Detrás apenas miro, pero está ahí,
es una pared vieja, de tapia,
que el tiempo va desgastando pero que permanece siempre.
Una pared con ojos, que miran hacia mi espalda,
pero son ojos ciegos, que no ven nada.
Trozos caen y se descomponen en puñados de arcilla,
pero ahí sigue tan eterna como mi vida.

A mi izquierda, oh, a mi izquierda.
Esa pared blanca y fina cual lienzo,
que acaricio y noto palpitar.
Al tacto aspera y suave a la vez,
pinto en ella brochazos de color,
colores que se transforman en olores, sensaciones....
La contemplo y es la obra de arte perfecta
hasta que comienza a desaparecer.
Cual esponja absorbe cada color, cada gota,
cada olor y sensación.
Al despertar, está de nuevo ahí,
esa pared blanca y fina cual lienzo.
Y no soporto el dolor de la pérdida
pero vuelvo a darle brochazos y brochazos
aún sabiendo que se desvanecerán.

A veces me siento en medio,
de mi habitación brújula,
con su Norte, Sur, Oeste y Este,
con una vieja libreta frente a mi y un lápiz no mucho más largo que mi meñique,
y desesperadamente la dibujo, la borro, la corrijo,
arranco hojas, comienzo de nuevo,
la hago de madera, de metal, de cristal, de hierro forjado,
pero ninguna parece funcionar,
sin embargo sigo practicando,
planeando, haciendo bocetos
de esa puerta
que me sacará de aquí.


24 julio 2011

lunes, 26 de noviembre de 2012

Petrificado



Exhausto. Aquí estoy sentado con mis manos cubriendo mis ojos para no ver la carnicería.
Aquí yace una totalmente reseca. Allá otra desmembrada. Les hay de género másculino... pero no han corrido mejor suerte.
Estoy sentado en una roca, inmóvil. Paralizado, petrificado... con mis manos llenas de sangre.
Tengo miedo a moverme, a que, sin querer, aprecie un pequeño movimiento y cual vampiro hambriento vaya a exprimir las pocas gotas de vida de los pequeños cuerpos que se agitan.
Nunca pensé que esto pasaría. Que podría llegar a ser tan cruel. Pero me han empujado a ello. Ellos... esos ellos que viven en mi cabeza y me persiguen, esos ellos que existen y no.
Me trajeron locura, color, formas. Me dieron sus brillos, sus miradas, sus sinrazones.... me dieron todo. Hasta morir.
Ahora yacen ante mí. y me cuesta mirar, porque yo soy el responsable. Soy el asesino, el destructor, el exterminador. Podía haber cuidado más de ellos y ellas pero no. Les engañé, les dije que podría, que confiaran en mí, que me dieran todo y yo se lo devolvería.
Pero que horrible soy, que persona despreciable. Lo tomé como un juego pero era algo serio. La sangre en mis manos lo demuestra.
No estoy triste, estoy abatido, sin fuerzas, y con el convencimiento de que no vendrán más, el hedor de los cadáveres espantará a cualquier atrevido o atrevida que ose acercarse...
Aquí estoy, en esta fría roca, sentado, pasan los días, las noches, y la roca se funde conmigo.
No tardaremos en ser uno sólo, la roca, los cadáveres y yo.

Dirán: Aquí yace el artista estúpido que asesinó a todas sus musas.


Mr. ander, el viernes, 10 de agosto de 2012

jueves, 22 de noviembre de 2012

Poema monocromático


Día gris
materia gris
cemento gris
música gris.

Gris perla
gris marengo
gris mate
gris a secas.

Grises trajes
y corbatas
grises zapatos
con sus grises calcetines.

Gris la casa
las paredes
gris el tejado
del gris cemento.

Gris la cama
gris la almohada
y las grises sábanas
que esconden
el arcoiris de tu cuerpo.


lunes, 17 de enero de 2011
D.G. Definitely today