El primero es fácil, y no necesito
tenerte para sentirlo.
Sólo con cerrar los ojos me basta para
notar ese cosquilleo por toda mi espalda, y esa media sonrisa que
tanto te gusta tuerce mi boca asimétricamente como si un lado oscuro
se estuviera apoderando de mi cuerpo.
Si te tengo es peor porque actúo, y
sí, ese lado oscuro me posee y se obsesiona con poseerte a ti
también.
(Lujuria)
El siguiente aparece por lógica y como
consecuencia del primero, no me canso pese a saciarme, no dejo de
tener sed y hambre de tí, y no es por necesidad, ya que estoy
satisfecho, pero no puedo parar y no me detienes tampoco. Y arranco
lo que me estorba y aparto lo que me separa, y seguiría hasta el
final de los tiempos.
(Gula)
Ni hablar, y van tres, te quiero
entero, sin compartir, te guardo, te atesoro, no duermo pensando en
que alguien puede arrebatarte de mi, y estás y quiero más y miro
con odio a quien te mira. Te acumulo, te amontono y te rodeo con un
muro.
(Avaricia)
Llega ese momento, y tengo que actuar,
respirar, moverme, alimentarme por mí mismo, atender al mundo que me
agobía, que me requiere, que me llama y atosiga, que incordia, y
siento que mi sangre se vuelve plomo, o mejor, hierro, porque tu eres
un imán y tengo que hacer fuerza para separarme y no quiero, no me
apetece y aquí estamos tumbados los dos contemplándonos, dejando
que el mundo se autodestruya y esperando a que el techo se derrumbe
sobre nosotros.
(Pereza)
El mundo, ese maldito mundo al final lo
consigue y nos separa, y el estómago se comprime en puro odio, odio
al espacio que se crea entre nosotros, odio a lo que tira de tí y
odio a lo que tira de mí, que nos distancia, que nos absorbe. Y las
venas de mis sienes se hinchan, palpitan y aprieto los puños y
golpeo paredes, grito, maldigo. Y caigo rendido impotente, me
tiemblan las piernas y las lágrimas luchan por salir, pero las
retengo, sí, las retengo porque mi odio tiene sed de ellas.
(Ira)
Y por fin te tienen, te hablan, te
entretienen, te alimentan, te distraen y no les soporto. Ni a ellos
ni al aire que respiras, ni los kilómetros que nos separan, ni el
sol que te hace cerrar los ojos, ni las nubes, ni la lluvia que se
atreve a tocarte. De tu ropa, de tus zapatos, de tu coche... qué son
ellos que te tienen y retienen.
(Envidia)
Pero vuelves, ah, vuelves, y entonces a
tu lado presumo de lo mejor, y nadie me tose, y me sonríen
interrogantes y sonrío de vuelta orgulloso de lo que tengo, si tú
supieras... dicen mis ojos, y crezco y mis pulmones se hinchan, mi
corazón late a martillazos y levanto mi canosa barbilla, y me río
por dentro, me río de la lástima que me dan.
(Soberbia)
Siete mentiras, multiplicadas por
siete, multiplicadas por siete otra vez.
Peco y lo sé.
WWWWWAAAAAOOOOOOOWW!!!! Qué pasada! me gustaría que fuera mio!!! jajajj que bueno!
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